Un poco de música..

jueves, diciembre 03, 2009

LA CASONA - UN PEQUEÑO AVISO



Aún temblaba de frío cuando cortó una a una las bridas que le mantenían sujeto a la bañera.

- Secate bien, no quedrás pillar algo, ¿verdad? - Dijo dandole una toalla
- Gracias mi ama, tengo un poco de frío, muchas gracias.

Le esposó las muñecas a la espalda, y le puso el antifaz.
- Ahora irás a descansar un rato, necesitas recuperar fuerzas para la sesión de mañana.
- Si mi ama como diga.

Le condujo de nuevo por una maraña de pasillos sin fin, escuchó un nuevo concierto de puertas que se abrían y cerraban a su paso.

Vuelvo a mi habitación, seguro, tantos pasillos y puertas que se cierran.
Me lleva de nuevo al sotano, o debería de decir a mi celda, aunque no sé como definirla porque la verdadera celda si es que no hay más que yo desconozca, está en la cocina.

Afortunadamente para mí no nos dirigimos hacia allí. Sino ya habríamos llegado hace tiempo, está al lado del salón. De cualquier forma desconozco totalmente sus intenciones y lo que quiera que me tenga preparado, solo sé que será duro, porque ya me lo avisó.

Su voz lo sacó de sus pensamientos.
- Ahora estamos ante los escalones que ya conoces, bajalos con cuidado e intenta no caerte.
- Si mi ama, así lo haré.

Tropezó y casi perdió el equilibrio, en ese momento supo el motivo por el cual le esposaba siempre las manos a la espalda cuando le conducía al sotano, notó un fuerte tirón de sus esposas hacia atrás que casi le sentó en los escalones, pero que a la vez le impidió caerse.

- Trata de poner más cuidado en lo que haces, ¿que te había dicho sobre las escaleras?.
- Muchas gracias por no dejarme caer mi ama, trataré de fijarme más, lo siento.

Entraron al sotano y le quitó las esposas, el se frotó sus doloridas muñecas.
- Muchas gracias mi ama.
- ¿Tienes hambre?. - Dijo mientras le quitaba el antifaz.
- Si mi ama, tengo hambre, pero haré lo que diga.
- Ve hacia tu cuenco y comé como un buen perrito, sin dejar nada en el plato.
- Si mi ama, como desee.

Intentó sujetar el cuenco con una mano para que le fuese más sencillo comer, cuando recibió un fuerte latigazo en sus nalgas.Llevaba unas horas encerrado en el armario, o quizás había pasado un día, lo desconocía, de lo que estaba totalmente seguro era de que sus brazos estaban agotados, las muñecas doloridas y el resto del cuerpo exhausto por lo forzado de la postura.


- Si puedes sentarte un momento.
- Muchas gracias mi ama.
- Tienes tu comida sobre la mesa, cuando te hayas recuperado lo suficiente puedes salir y comer, cuando te necesite te llamaré. Mientras tanto, deberás permanecer en tu postura, justo donde estás ahora, ¿ha quedado todo claro?.
- Si mi ama, está todo claro, gracias mi ama.
- Se ve que tengo un perrito realmente estúpido.
- Lo siento mucho mi ama, no lo volveré a hacer.
- Ven aquí y tumbate boca arriba.
- Si mi ama, como desee.
- Manos a la espalda - Dijo mientras le esposaba con fuerza.
- Abre bien las piernas. - Dijo esposando cada tobillo a las patas de la camilla.
- Si mi ama como diga.

Le ató los huevos fuertemente con una cadenita, como había hecho tantas otras veces y le dió una patada en ellos con el pie descalzo.

- Gracias mi ama, le agradezco mucho que se haya descalzado.
- Ahora comerás y esta vez lo harás bien, ¿Está claro?. - Dijo dandole otra patada.
- Si mi ama, haré lo que me diga.

Le soltó ambos tobillos, el encogió las piernas de dolor y se quedó unos segundos echo un ovillo.

- Levantate y ve a comer algo. - Dijo mientras le esposaba las muñecas hacia delante.
- Si mi ama, como diga, lo intentaré.

Se dirigió hacia el cuenco, la comida no era demasiado apetitosa pero no tenía otra opción y tenía hambre.

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